Dejando el control

No el control del televisor sino nuestro deseo de control.
Si miro en el espejo retrovisor de mi vida, siempre hubo capítulos que me resultaron más amargos por que las cosas no salieron como yo esperaba y generalmente tenía que ver con la imposibilidad de controlar algo o a alguien.

Cuando nuestros hijos nacen, recibimos algunas instrucciones en cuanto a la alimentación, sueño, baño y las necesidades básicas que deben ser suplidas. Cuando son bebes, ellos dependen de nosotros 100%. En la medida que van creciendo, van adquiriendo independencia y voluntad propia y algunas de sus necesidades por más que queramos a veces no podemos suplirlas.

Dos ejemplos claros son el sueño y la alimentación. Cuando el niño no quiere dormir o comer, si usted quiere hacer que esto pase, de la forma que usted quiere que sea, va ser un proceso muy desgastante.

En mi caso, mi hija tuvo varios momentos que no quería comer nada y otros que comía muy poco. Después de intentarlo todo, leí un libro que se llama “Mi niño no me come” que me ayudo mucho. No se si este método sea el mejor o el peor. Fue el que a mí me funcionó y les comparto mis principales enseñanzas que son las que aplico en casa:
  • Debemos dejar el miedo a la hora de comer. Miedo a que no coma, miedo a que no le guste, miedo a que no coma las cantidades que necesita según usted o según el pediatra o según lo que lee.
  • No obligar al niño a comer. Esto no va hacer que el tenga mas apetito, pero por lo menos va hacer que ese momento sea más ameno y menos traumático.
  • No tengo que hacer todo un teatro, con aviones, muñecos, dramatizaciones para que coma. Tampoco tengo que hacer 4 platos diferentes para tratar de descubrir “¿que es lo que quiere la reina? ¿que va pedir la princesa?” esto es disciplina. Quien se muere de hambre con un plato de comida en frente?
  • Y por último y no menos importante, yo tuve que cambiar de actitud y entender que no es por que cocino feo, o por que algo hice mal o por que mi hija me quiere ver sufrir. Sencillamente entendí que yo no puedo controlar el apetito de mi hija. Si ella esta sana, si ella esta creciendo y tiene energía. Eso es lo que debe importar.

Como mamás, queremos controlar TODO y La verdad es que no podemos controlar casi NADA. Queremos controlar el número de horas que nuestros hijos duermen, la cantidad de comida que comen, lo que ven, lo que oyen, lo que dicen, lo que hacen.  Parecemos gerentes de la empresa Hijos S.A. donde queremos que ellos sean grandes seres humanos, exitosos, felices, llenos de cualidades, etc, etc y ponemos una carga muy grande sobre nuestros hombros. 

No estamos lidiando con una máquina sino con seres humanos. Unicos e impredecibles. Yo muchas veces pensé que bueno seria que existiera un software para programar el sueño de mis hijas de acuerdo a mis necesidades. desafortunadamente no es así ;)

Lo que he aprendido y sigo aprendiendo a diario es que hay cosas que no puedo controlar. Yo hago lo mejor que puedo y trato de seguir ciertas rutinas y técnicas que me funcionan, pero hay cosas que se me salen de las manos. En algunos momentos me estreso y sufro por no tener el control. Y no soy la única, veo muchas mamás cercanas que sufren también. Dejemos de sufrir por no tener el control. Dejemos que el control lo tenga Dios. El sabe que necesitan nuestros hijos. El es el único que puede estar con nuestros hijos cuando nosotras no estamos. Él acompaña nuestros hijos de día y de noche. De pronto nos estamos desgastando con cosas que nuestros hijos no necesitan. Pidamos dirección a Dios y entreguemos todas esas pequeñas cosas que sumadas nos pesan en nuestro día a día.

Dios, hoy te pido perdón porque he querido controlarlo todo y no he descansado y confiado en tí. Te entrego mis hijos y cada área de sus vidas, tu los formaste en mi vientre y tu más que nadie sabes y conoces sus necesidades. Ayúdame cuando no se que hacer. Ayúdame a entender sus tiempos y dame paciencia para esos momentos donde lo único que hay que hacer es esperar y confiar. Toma el control de todo. Ayúdame a confiar en ti y no en mi sabiduría y mis capacidades. Te necesito cada día más en mi vida. Amén.

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